Lima Japón Bonsai



Las grandes historias a veces comienzan con un error pequeño, un espejismo, que resultaría insignificante de no ser por las consecuencias que desata. Y quizás, también, porque en ese traspié se juegan los deseos más auténticos.
Ollantay no tenía que secuestrar a Izumo, pero lo hizo. Podríamos maquinar infinitamente por qué lo hizo sin saberlo con certeza. Lo que resulta claro es que se enamoraron y que todas sus acciones, desde el encuentro hasta el final de su historia, estuvieron atravesadas por ese encantamiento del que nadie se salva.

Ollantay e Izumo son personajes cómicos puestos a vivir una tragedia. Lo hacen con humor, sobrellevando su existencia errática, eludiéndose del exterior. Se sumergen en un encuentro íntimo, breve pero intenso, en el que se lanzan a compartir sus pasiones infantiles. Juegan a que los ven como si nadie los viese. Convierten el escenario de la obra en su escenario. Relatan una y otra vez su propio encuentro, proyectándolo sobre la grandilocuencia de animes y cuentos milenarios, fascinados con lo que están viviendo, dispuestos a convertir el pequeño error en una gran historia.

Construida sobre la obviedad de la ficción, la obra propone al espectador una narrativa improbable. Los inmensos ojos de Izumo, los acentos exagerados de ambos, la gran pantomima con la que abordan cada escena, la metarreferencia constante: nadie que haya visto anime al menos una vez en su vida se sentirá ajeno a estos recursos.

Con un humor logrado y unas actuaciones bien musculosas, capaces de sostener esta vorágine de sentimientos adolescentes en clave exponencial, Lima Japón Bonsai nos hace disfrutar de la aventura con una sonrisa, quizás para recordarnos que hasta la más dura lucha puede estar preñada de juego.

LIMA JAPÓN BONSAI

Creación y dirección: Mariano Tenconi Blanco
Actuación: Yanina Gruden y Luciano Ricio
Música original: Ian Shifres
Coreografía: Carolina Borca

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