La corporación



Más que la suma de las partes, el cuerpo colectivo se funde y se disgrega con cada impulso. Masa viviente, tejido mutante, red nerviosa que se despliega en el escenario. Pequeñas criaturas que se asocian bajo un lente de microscopio, cuerpitos con límites difusos, maleables, pieles pegajozas, gomosas, que se absorben en un medio acuoso. O cuerpos inmensos desde un telescopio que giran y chocan para dar a luz, rápidos para el tiempo del universo pero infinitamente lentos, prácticamente inmóviles, para el reloj humano.


La corporación es la segunda obra de una trilogía que comenzó con Los cuerpos. La corporación que despliega acusa posibilidades, más de las que muestra. Su poder es el de la potencia, el de la disponibilidad de la materia para jugar a convertirse-en, para convertirse-en jugando. Tiemblan y se sacuden, se abordan unos a otros, ensayan modos de encontrarse, cada uno irrepetible, combinación improbable de las infinitas formas que adopta un salto, un giro, un topetazo.

Abrazo y combate, mordida y lactancia, deglución y parto; traídos y expulsados a una vida breve seguida de otra y de otra y de otra más. Fascinados y dependientes de sí y del de al lado, y del todo como tal: la corporación embelesada con su propia existencia procesual, su convertirse en cuerpo constante. ¿Cuánto más pueden hacer, qué más podrían ser? ¿Son, ya, todo lo que pueden?

LA CORPORACIÓN
Idea y dirección: Ramiro Cortez, Federico Fontan.
Música original: Martin Minervini.
Intérpretes: Ariel Calderón, Jazmin Cañete, Victoria Castelvetri, Julieta Ciochi, Luci­a Giannoni, Diego Gómez, Juliana Gonzalez Carreño, Natalia López Godoy, Paz Masi, Rocío Mercado, Mauro Podesta, Sebastián A Reinoso Salinas, Lucila Sol, Abril Lis Varela, Emanuel Zaldua.

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