Mi hijo sólo camina un poco más lento



La fiesta aún no empieza, pero el papel ya está picado y desparramado por el suelo. Un código de collage, hecho de fragmentos bien reunidos y vueltos a entretejer hace marchar esta obra, en la que a veces la escena y las palabras se desencuentran, al igual que los personajes entre sí.



Un beso a veces es un beso dado y a veces un beso dicho. El abrazo puede unir a dos personajes por el contacto de los cuerpos de los actores o por la unión consagrada en la palabra de un actor al respaldo de una silla. El que dice lo que se hace (aunque no lo hagan los cuerpos tal como se dice) es un narrador que, además de voz, es cuerpo visible, pero no personaje. De lo que no caben dudas es de que ahí, en la constelación de sentido de Mi hijo sólo camina un poco más lento, hubo un beso, hubo un abrazo. 

Así trasunta un argumento sencillo pero sabrosamente escrito, con humor y drama eficientes en casi todos los casos, y encarnado por actores que extraen hasta la última fibra a su papel en cada aparición. Bañados en luz de día, investidos en ropa deportiva aun cuando aseguran estar luciendo largos vestidos de fiesta, sin más escenografía que unas sillas (la mayoría para estar quieto, una para moverse), desafiando al narrador, hablando fuera de escena, mirando al público (igual de iluminado que ellos): los actores y la puesta no paran de recordarnos que es todo un artificio, pero el texto y la dirección son tan ajustados que nadie les cree y la ficción se sale con la suya.

MI HIJO SÓLO CAMINA UN POCO MÁS LENTO

De Ivor Martinić.
Director: Guillermo Cacace.
Actores: Aldo Alessandrini, Antonio Bax, Luis Blanco, Elsa Bloise, Paula Fernandez Mbarak, Pilar Boyle, Clarisa Korovsky, Romina Padoan, Juan Andrés Romanazzi, Gonzalo San Millan, Juan Tupac Soler.

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