El cuarteto


Cuenta la historia que los primeros músicos en interpretar la sinfonía Heroica de Beethoven quedaron pasmados ante la vertiginosa alternancia de pianos y fortissimos. Una montaña rusa emocional atravesaba la partitura ante sus ojos. ¿Una locura? La historia decidió que sería una genialidad y, como uno de los máximos exponentes del período romántico, Beethoven y su música se convirtieron en portadores de elevadísimos valores asignados más por conveniencia del contexto histórico que por coincidencia con las meras notas que componían sus melodías.


“La libertad, la paz, el amor”, declamarán Kurt, Whilheim, Friedrich y Johann, los peculiares músicos de El cuarteto que rinden un culto desmedido a la figura y la obra de Beethoven en detrimento de aquello que ocurre cotidianamente a su alrededor. En este living apenas amoblado, con un altar erigido al gran compositor, se concentran en llevar su pretendido mensaje a toda la humanidad mientras desoyen los pedidos de auxilio de Zulema, esposa de uno de ellos, que gime en agonía en la habitación de al lado.

Reunidos para preparar su próximo concierto, el grupo despliega un catálogo de excentricidades personales y profesionales que los declara culpables ante la acusación de la mujer enferma: su desempeño es puro simulacro, una pose sostenida frágilmente con artilugios que la señalan en cada escena y que componen una de las fuentes de humor de la obra. En su esfuerzo por mantener la charada, los cuatro amigos transitan un proceso de degradación física que permite entrever lo que su necia rutina intenta ocultar: la conciencia de esta farsa que es, a un tiempo, su orgullo y su miseria.

Violines, cello y viola, impedidos de música en sus inútiles manos, solo sirven para infligir dolor. Los arcos son látigos, las cajas de resonancia son brillantes instrumentos de tortura que los mantienen presos de un proyecto que se revela más y más delirante a medida que avanza la acción. Los cuatro compañeros de ensamble, junto a Zulema y sus ocasionales apariciones en escena, transitan un sube y baja de estados anímicos. La risa y la congoja van de la mano como los piano y los fortissimo de Beethoven hasta el punto de fundirse en un humor negro que, a fuerza de una presencia constante, transmuta en su propia contracara: la mueca de un drama tan risible que se vuelve angustioso.

Sobre un suelo escénico desacralizado por los personajes, que tanto en momentos celebratorios como en las escenas más lúgubres se las ingenian para regarlo con cenizas, saliva y sangre, El cuarteto combina pasajes de adagio tristissimo con algarabías dignas del allegro más brioso, resultando en un verdadero allegro tristissimo sostenido por los humores desaforados de la música beethoveniana y un admirable despliegue de histrionismo y teatro físico a tono con sus caprichos.


EL CUARTETO
Dramturgia: Eduardo Rovner
Dirección: Gaby Fiorito
Actores: Mauricio Chazarreta, Javier Guerrero, Romina Pinto, Iván Steinhardt y Guillermo Tassara

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